Por Julio Reyes
Jugar ajedrez ha sido una de los mayores orgullos de mi vida. Este juego o deporte, ha contribuido a mi pensamiento lógico y estratégico, y me ha dado oportunidades de construir relaciones saludables donde quiera que voy. En muchos países de Latinoamérica, es un deporte bastante popular que ha fomentado campeones mundiales. También hay mucho interés en seguir expandiendo su práctica y que sea más accesible a las escuelas públicas. Es cultural y también pedagógico, y muchos estudios de caso muestran que esta es una estrategia efectiva para trabajar en las escuelas en los Estados Unidos. Esa fue nuestra motivación para empezar algo aquí en Harrisonburg, VA.
Gracias a la Coalición Futuro Latino tuve la oportunidad de empezar un club de ajedrez en Harrisonburg High School. Desde Septiembre del 2016 hasta Mayo del 2017 me reuní con los estudiantes durante la escuela, una vez por semana, para aprender los aspectos básicos de este deporte (movimientos de cada pieza y las estrategias de como jugar una partida). La clase tuvo varios retos, entre ellos que los estudiantes tuvieron paciencia con el plan de enseñanza. No estaba previsto jugar con todas las piezas desde la primera clase, sino que en cada reunión íbamos incorporando las piezas una por una. Con esta metodología, los participantes aprendían con claridad las habilidades de cada una de ellas. Comenzamos con los peones, luego con los alfiles, luego los caballos y así sucesivamente hasta jugar con todas las piezas del tablero. A los participantes les divertía ver que el juego se iba volviendo más complejo, exigiendo más concentración de su parte a medida que agregamos todas las piezas.
Otro reto del grupo fue el distinto nivel de experiencia de los jugadores. Algunos no tenían experiencia jugando ajedrez mientras otros estaban más avanzados. Por ello, cuando nos tocaba jugar, tratamos de formar parejas que tengan el mismo nivel de conocimiento, de modo que los participantes no se sintieran presionados y pudieran avanzar a su propio ritmo, siempre con mi ayuda o con la del profesor Benjamin Kurtz, asistente y mentor de esta iniciativa. A medida que las clases avanzaban, se incorporaron nuevos jugadores y el reto en esas situaciones consistía en explicar individualmente las reglas a los nuevos participantes para pudieran estar al mismo nivel del grupo.
Otro aspecto para resaltar fue que todos hablábamos español y era motivante apreciar la diversidad de países que se encontraban representados. Teníamos estudiantes de Honduras, México, El Salvador, Panamá, Estados Unidos, Cuba, Guatemala y Colombia. Sumado al idioma y a la diversidad cultural, era evidente que los jóvenes hacían un esfuerzo increíble por concentrarse y dar lo mejor de sí al momento de jugar. En cada partida siempre surgían preguntas, comentarios, bromas y todo ello creaba un ambiente no solo de aprendizaje sino también de creatividad y cordialidad. A los jugadores que les tocaba perder, volvían a intentarlo y era motivante ver la persistencia y ganas de los participantes por no cometer los mismos errores.
Es importante resaltar también que esta fue una iniciativa que atraía participantes de distintos géneros. Pude observar que las mujeres parecían concentrarse con mayor facilidad que los hombres, pero las ganas de aprender y la dedicación fue constante en ambos grupos. Durante las clases habían alumnos que llegaban a observar pero después de una o dos sesiones se animaban a jugar con sus amigos, lo cual era interesante porque veían en el ajedrez una nueva forma de relacionarse con sus compañeros.
Al pensar en estos siete meses que estuvimos jugando ajedrez una vez por semana, creo que el balance es muy positivo y solo me queda agradecer por su participación a Anyi, Alejandra, Luz, Silvia, Génesis Lorena, Larissa, Karla, Santos, Yedsa, Merly, Víctor, Enrique, Karla, Hever, Fernando, Carlos, Franklin, Samuel, Álvaro, Enrique, Brayan y todos los participantes que asistieron que no recuerdo incluir en esta lista. También agradecer a Boris Ozuna, coordinador de la Coalición Futuro Latino y a Benjamin Kurtz, profesor de la escuela por su permanente apoyo.
Esperamos que esta pequeña iniciativa de inicio a un torneo de ajedrez en el siguiente año escolar, que comience en Harrisonburg High School y que permita a los jóvenes competir con otras escuelas la ciudad y el condado. Así mismo, esperamos conectar estos esfuerzos con otros grupos o clubes de ajedrez que ya existen en la ciudad.